Madhara Dulanjali tiene 10 años y vive en la finca de caucho Frocester, que forma parte de las plantaciones de Horana. De hecho, sus bisabuelos vivieron y trabajaron como recolectores de caucho en esta finca. Su padre (Vijararatnam) y su madre (Kumari) empezaron a trabajar como recolectores en 1995.
Madhara está en cuarto curso. Tiene un hermano mayor y una hermana menor, que también están matriculados en la misma escuela. De mayor, Madhara quiere ser profesora. Sorprendentemente, su asignatura favorita es el cingalés, aunque su familia son los llamados "tamiles de plantación", es decir, sus antepasados fueron llevados a trabajar a lo que entonces se llamaba Ceilán por la administración colonial británica. La mayoría de los tamiles que aún viven en las plantaciones de Sri Lanka siguen sin tener derecho a voto. Muchos padres envían deliberadamente a sus hijos a escuelas donde la enseñanza se imparte en cingalés, con la esperanza de mejorar sus perspectivas de futuro.
La familia vive en una de las llamadas "habitaciones de línea" de la finca. Las "líneas" son construcciones muy básicas, alargadas y de una sola planta, que suelen albergar a seis familias. Cada unidad contiene dos habitaciones y un pequeño porche tipo cocina. A pocos metros hay un aseo. La prima de Comercio Justo pagada por FairDeal Trading acaba de financiar el suministro de electricidad para las 52 familias de la sección donde viven Madhara y los suyos. Llevaban más de 20 años intentando que el Estado les suministrara electricidad, pero sin derecho a voto y teniendo en cuenta las distancias, era poco probable que ocurriera.
Ahora tienen seis bombillas (de bajo consumo), además de un pequeño televisor, una radio y un reproductor de DVD. Están ahorrando para comprar un ventilador (SLR 4500) y una plancha para los uniformes escolares (SLR 1800). En la actualidad, los uniformes se siguen "planchando" colocándolos bajo la almohada por la noche. Pero el beneficio más importante es que ahora Madhara y sus hermanos pueden hacer los deberes por la noche sin estropearse los ojos, lo que les permite rendir aún mejor en la escuela y hace improbable que ella, o su hermano y su hermana, se conviertan en la 4ª generación de recolectores de caucho. La factura de la luz rondará los 200 SLR al mes.